Cuando me pongo a escribir sobre una película o un libro, si me ha gustado suelo intentar convenceros de que la veáis o lo leáis. En este caso creo que va a ser bastante complicado porque Tristram Shandy es difícil de vender. Es un clásico pero se sale un poco de ese canon de libros que parece que debe leer uno antes de morir. No tiene una historia de esas que te enganche y no te suelte hasta el final porque prácticamente no tiene historia. Sin ser críptico tampoco es que sea fácil de leer. Y por último se hace un poco largo sobre todo si tienes poco tiempo para leer.
Después de echar de la sala a la mitad de la audiencia intentaré convencer al menos a una cuarta parte de los que quedan.
Laurence Sterne (1713-1768) trata de contar la autobiografía de su alter ego Tristram pero se va perdiendo en continuas digresiones. Al poco rato de iniciar un tema olvidas de donde partías, a veces te cuenta historietas hilarantes, otras sentimentales, lanza peroratas contra el catolicismo o se ríe de las costumbres de la época con un tono pícaro trufándolo de dobles sentidos siempre con algún toque obsceno. Constantemente opta por la metaliteratura hablando del proceso creativo o de lo que opina de la crítica. A pesar de no ser muy conocida, esta obra fue muy influyente en el desarrollo de la novela aportando además de lo comentado recursos como la narración no temporal o la interacción con el lector.
No es precisamente una novela para leer a cachitos mientras vas en el metro, para eso me parece un poco espesa y creo que hay que tomársela con tranquilidad. Si quieres darle una oportunidad creo que es mejor si tienes tiempo libre, en vacaciones por ejemplo. Michael Winterbottom (24 Hour Party People) ha hecho una película sobre el libro que aun no he visto pero por las críticas que he leído va a ser también difícil de vender.
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