Conocí esta película a través de la novela Hollywood de Charles Bukowski. En ella cuenta como a partir de un guión suyo un loco director, Barbet Schroeder, produjo esta película en la que nos sumerge en la vida del alter ego del escritor, Henry Chinaski, un borracho marginado que no por ello deja de ser genial.
Chinaski tiene una extraña forma de ver la vida. Para algunos puede ser lamentable ese modo de enfocarla, pero desde su punto de vista es tan válido como cualquier otra. Conozco a gente que en cierto modo se le parecen y se me ocurren pocos argumentos para convencerles de que la dirección en la que van es más equivocada que la mía.
Un buen Mickey Rourke, que hasta que lo ha resucitado Robert Rodriguez para Sin City parecía echado a perder, interpreta a Chinaski. Este encuentra a una Faye Dunaway, todavía bellísima a pesar de la edad, que va a la deriva. Les acompaña en su divagar la evocadora música clásica que nace de la radio del borracho.
Me duele recomendar esta película sabiendo que es difícil de encontrar, por eso me gustaría recordar que en el próximo Festival de Cine de San Sebastián, se va a dedicar una retrospectiva a Barbet Shroeder. El festival es del 21 al 30 de septiembre. Queda mucho, lo sé. Ya os lo recordaré, no os preocupéis.
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