El otro día en el artículo sobre Mision Imposible 3 hablaba de la importancia de las expectativas que uno tenía antes de ver una película. Admito que con Crash he caído en el error que trataba de prevenir. A pesar de que me gustó, esperaba algo más de ella, porque la gente con la que había hablado me la había puesto por las nubes.

Quizás me dejo llevar por lo evidente cuando pienso que Paul Haggis bebe de las fuentes de Magnolia (Paul Thomas Anderson) y Traffic (Steven Soderbergh). Reparto coral, con un guión de historias entrelazadas, describiendo algunos de los problemas de la sociedad actual y con algún detalle final de sospechosa similitud. No digo que copie, ni mucho menos, en el cine ya está casi todo inventado y es díficil salirse de lo habitual, pero tampoco puedo decir que viese nada nuevo.

Me pareció una buena película que, como decía, trata un tema de actualidad, la inmigración (de la que hicimos una apunte el otro día) y todas las dificultades que la rodean. Pero no creo que haya que reducirlo a eso, tambien habla de lo equivocado que es simplificar en «los buenos» y «los malos», puesto que las personas no somos planas y tenemos nuestros motivos, nuestros miedos y nuestros fantasmas. Que nadie es malo por naturaleza y que difícil que es hacer siempre lo correcto.