Es fascinante ver como se estructura un relato largo y no me refiero únicamente al desarrollo de su trama. Quién escribe una novela es porque tiene muchas cosas que decir pero todo ese material no se puede desparramar como quien da la vuelta a un cajón lleno de cachivaches encima de una mesa. Sabes que estas leyendo una buena novela cuando el autor te sorprende encajando todo ese montón de anécdotas y pensamientos que lleva dentro de manera perfecta. Esa es la sensación que tenía al leer Los tipos duros no bailan.
Norman Mailer (1923-2007) fue uno de los grandes escritores americanos de la segunda mitad del siglo XX y ganó un Pulitzer en el año 1980 por La canción del verdugo. En este libro nos relata un historia de suspense desde el punto de vista de un fracasado de vida disoluta. Mailer aborda sin rubor el sexo y el alcoholismo, con alguna mirada perdida al esoterismo pero sin perder de vista la dura realidad.
Me encantó esta historia de lectura ágil que comienza una mañana en la que Tim Madden despierta con una resaca horrible sin recordar apenas lo que había hecho la noche anterior pero sabiendo que no había sido nada bueno. A quién no le ha pasado.
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