Cuando una película tiene tanta publicidad diciendo lo buena que es, primero, uno no puede evitar ir al cine y soltar la gallina, y luego, uno espera mucho de la experiencia. Por eso uno no se sorprende de escuchar algún bufido cuando termina la proyección, sobre todo si algún publicista ha tratado de vender lo que no era. Tampoco se trata de saber de que palo van los Coen para no sentirse decepcionado porque no es que se salga tanto de lo convencional, como les pongan una del Kaurismaki se cortan las venas en medio de la sala.
A mí la verdad es que la película me gustó bastante, los actores son sólidos como el mármol, el guión impecable sin cortarse en la violencia que la historia requería, con mucha sorna sobre todo en los diálogos que reflejan esa imagen que se nos ha vendido de la mentalidad sureña americana. Y no cuento más porque si no la ibais a ver antes de leerme tampoco creo que lo vayáis a hacer después que ya tiene bastante publicidad el tema.
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