No oséis llamarme loco ahora que os propongo un reto más grande que el último, puesto que si me acompañáis pronto dejaréis de temer por la amenaza de su grandilocuencia y su ingenio os guiará dulce y suavemente. Más allá de lo que los Rumores tratan de convenceros su lectura resulta emocionante, ójala se personificase más a menudo por estos lares, aún recuerdo la última.
Conocí a Hal y Falstaff cuando no llegaba aún a ser un aprendiz, en un documento cuyo valor ni se aproximaba al de este pero de gran significado en mi unión con la literatura. Allí no eran más que dos muñecos de un admirador del maestro, aquí por fin los conozco en persona. Son sin duda más ásperos que aquellos a los que cogí cariño. Hal, el príncipe de Gales, lleva la vida de un perdido pero tiene claro su destino de rey que agarrará con firmeza. Falstaff es un gordo pendenciero, en el pasado compañero de correrías del príncipe, ahora un estorbo.
La objeción que hallo en Shakespeare no se haya en otro lugar sino en mí mismo. Mi conocimiento del inglés no es garante para abordar al genio. No me queda más remedio que disfrutarla en mi lengua materna sabiendo que por el camino han caído de mi bolsa piezas de su talento. Una única queja más, precisamente Enrique IV es el único de sus dramas que está dividido en dos partes y me resta la segunda. Allá oigo los fragores de la batalla y es adonde me dirijo. ¡Esperance!
[Exeunt]
Deja una respuesta