Cuando leí La invención de la soledad hace un par de años Paul Auster me pareció complicado de leer pero aun así interesante. Es uno de los grandes escritores contemporáneos así que no podía negarle una se- gunda oportunidad. En esta ocasión, con La noche del oráculo se me ha presentado más accesible. Se trata de un argumento imprevisiblemente redondo, donde va hilando pequeñas historias inacabadas al hilo principal que vive el narrador: Sid Orr.
Orr es un escritor que después de una grave enfermedad trata de reanudar su vida al lado de su esposa. Vuelve al trabajo escribiendo sobre la fatalidad de la vida quizás porque sea halla inmerso en ella. Sufre las cosas negativas que suceden en la vida, las cuales no podemos controlar y que no tienen porque significar el fin sino lo que queda por delante. Padece también la responsabilidad del escritor, no me refiero a la responsabilidad social que puede sufrir el escritor político, sino a los efectos que produce su obra en su propia vida, en su equilibrio emocional.
Literatura dentro de la literatura para justificar el patchwork de historias que va desgranando, tomando y abandonando pero sin dejarnos a medias, porque quizás no sea el final lo más importante si no dar un paso adelante. Uno de los aspectos que más me ha gustado es la forma de abordar la incertidumbre en la que sucumbe el protagonista en determinados momentos con la que me he sentido identificado. Me ha recordado en varios aspectos a una novela de Juan José Millás que leí hace tiempo «Tonto, muerto, bastardo e invisible» aunque solo haya sido a su recuerdo deformado. Son unas 250 páginas muy recomendables, siendo muy fáciles de leer es una buena oportunidad de disfrutar de literatura de calidad.
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