En mi pequeño diccionario de emociones la navidad significa reencuentro. Regresar a la ciudad en la que nací y compartir el tiempo con una familia y unos amigos que el resto del año están lejos, nada más que eso. Agotado el tiempo del reencuentro, vuelvo a estar lejos y el reloj empieza a contar de nuevo, supongo, mientras consumo la primera noche del año en el vagón de un tren. Para mi la navidad ya ha acabado, y me gustaría cerrar esa puerta compartiendo un mensaje que me envió Vico, curiosamente alguién con quien nunca me he reencontrado, pero en cuyas palabras me pude reconocer al abrir el correo el otro día…
“Ultimamente llego siempre tarde a todas mis citas”…será que la vida va tan rápido que me hace frenar el paso, será que las luces brillantes intentan hacernos consumir sin parar, será que si calculo los watios gastados en cada calle comercial adornada y hago la equivalencia en polvorones que no comerá alguna familia africana se me revuelve un poco el estómago, sólo momentáneamente por supuesto, ya que el villancico del escaparate se me mete en la cabeza y me hace olvidar un pensamiento anterior, pensamiento ¿navideño?, navidad que es tiempo de reencuentros, de volver a casa, y celebrar que pasa el tiempo pero hay cosas que no cambian, “y parece que aún fue ayer”…con vosotras me reúno siempre en navidad –circunstancias de esta sociedad degenerada y capitalista-, quizá por eso no puedo llegar a odiar estas señaladas fechas de hipocresía y postales, será que juntas aprendimos a soñar con un mundo más coherente, por un futuro para nosotras pero donde hubiera espacio para la gente, “y escucharais las mentes social-adormecidas las palabras de amor de mi garganta” y será que tengo miedo de este mundo de adultos o de locos, será que me entra el síndrome de peter pan, y tan sólo quisiera volver a cantar aquello de “sirena vuelve al mar” con una cervecilla en la mano…pero el ritmo acelerado de estos villancicos ya no me deja pensar, y el progreso de la humanidad tan sólo nos hace un poco más esclavos, martillea el villancico, “todo se olvida al despertar, una vez más”, bajamos la montaña nevada corriendo, tan deprisa que no nos dio tiempo a asimilar lo que pasaba fuera de nuestra burbuja trentina “y la realidad, trozos de cristal…”, pero a pesar de la distancia seguimos juntos, nos sacamos los trocitos de cristal que se clavaron y a tirar pa’lante, “la vida es siempre un viaje”, no surrender, nos queremos, ci vediamo…tiempo de buenos propósitos, de acordarse de las personas, porqué no querer todo el año, o es que tan ocupados estamos comprando los obligados regalos navideños que al final nos falta tiempo para pasar con los destinatarios de dichos regalos…tiempo, regalos…me contaste que querías regalar algo a una persona especial, y que habías decidido regalarle tu tiempo, pero no encontrabas el envoltorio adecuado…será que el abeto lleno de bolas y estrellas lo está tapando, será que las lágrimas me dan miedo o es que la música que suena en estos momentos no es un villancico sino una herida de hace mil años, pero no importa porque es navidad, así que toca abrir el champán y ser felices, pues vamos a serlo, vamos a serlo porque queremos, y si no nos dejan, y si nos pisan, hacemos un agujero y salimos por otro lado, ea, dejemos de darle importancia a las cosas que no la tienen, jodidas pero contentas, escucha esto, compañera de locuras cordobesas, y que no se pueda decir que no lo intentamos.
El empacho navideño me impide moverme del sofá, comamos hasta explotar y demos un poco de dinerito a los que pasan hambre, que es navidad, seamos buena gente. Y qué suena más alto, el rugir de tripas de los desheredados de nuestro sistema supuestamente evolucionado o ese villancico que no deja de taladrar mi cerebro…con tu puedo y con mi quiero, vamos juntos compañero, arreglemos el mundo, o mejor, restaurémoslo, plantemos árboles en los lugares que otros pisotearon, contémosle las plumas a los cocodrilos y juguemos al “veo veo” botánico, porque “así somos (y así nos va)”, el mundo laboral no nos tiene mucho aprecio, pero ¡olé! Que majos somos, “madrid era un infierno y nosotros el diablo”, será que aún sueño con un utópico lugar llamado perejilifolia, será que el mundo visto a través de unos prismáticos siempre es más interesante, será que en medio del caos, la ciudad a veces a veces se para, “welcome to the jungle”…para cada momento siempre hay una canción, es posible que la música vuelva bello hasta lo triste…las campanas suenan, el portal de belén es una extraña cueva, “los reyes son los padres pero están divorciados”, vamos a dejarnos de chorradas, vamos a intentar vivir más y dormir menos, estaba escribiendo porque sí y para mí, pero comunicar es nuestra mejor arma, os tengo que dar mis pensamientos no-navideños porque formasteis parte de ellos, aunque sean como el mensaje del rey, que no hay por donde cogerlos, y porqué no, aprovechar para desearos, más que feliz navidad, felices días en general, y si no estáis felices da igual, pues lloremos sin miedo y brindemos por nuestras penas que en buena compañía siempre son más llevaderas, desearos buenos momentos de canciones y palabras, desearos coherencia, creatividad y sobre todo comunicación frente a los escaparates y a las luces estridentes, los momentos entrañables no los inventó el corte inglés, los creamos nosotros cada día, y nada de buenos propósitos de dejar los vicios y apuntarse al gimnasio, tan sólo os recomiendo que busqueis a un guitarrista…” ¿para qué? para cantar con él!»
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