Parece que Peter Jackson se ha propuesto convertirse en el rey del cine espectáculo. En el comienzo de King Kong nos encontramos con una fabulosa recreación del Nueva York de la depresión. Si bien el inicio se me hizo algo pesado y me dio la sensación de que a la película le costaba arrancar, en cuanto lo hizo no bajó ni un segundo de intensidad, las tres horas de película parecen menos.
Las escenas de acción en ocasiones estaban muy faltas de verosimilitud pero hay un par de ellas que pasarán a los anales por su espectacularidad. Confieso que en algunas escenas sentí vértigo como nunca lo había hecho en el cine.
Aunque en mi opinión Jackson suele bajar el nivel en el género dramático, creo que algunas escenas de este tipo son excelentes. La melancólica Naomi Watts probablemente tenga mucha culpa de esto. Jack Black, en cambio, me dio la sensación de que le faltaba algo de carisma para el papel que desempeñaba. Quizás porque lo comparo con sus anteriores trabajos, aunque al menos en esta ocasión estaba bastante contenido. Adrien Brody está bien como es habitual en él y los secundarios están a la altura.
En definitiva, una película que no hay que dejar pasar puesto que la experiencia de verla en un cine es incomparable.