Vamos al cine para divertirnos y ver cosas que no ocurren en la vida cotidiana. Vemos películas que tienen la fantasía, la emoción o la acción que le faltan a la vida real. Pero hay veces que elegimos películas que sabemos con antelación que nos van a dejar un gusto amargo. Historias que recogen lo peor de la vida, eso de lo que huimos o no queremos ver, y nos lo escupen en la cara. «El asesinato de Richard Nixon» es una de esas películas.
Samuel Bicke (un genial Sean Penn) es un hombre que denuncia la imperfección del «sistema» pero que por ser un perturbado pierde toda razón. Precisamente eso es lo que no me ha gustado de la película, si lo que se quería hacer es una reivindicación política creo que la atención del espectador acaba centrándose más en la frustración y la locura del protagonista.
Magníficos actores los que acompañan a Penn: Naomi Watts, que ya lo había hecho en «21 gramos«, una excelente película y Don Cheadle, otro de los más importantes de la actualidad (Traffic, Crash, Hotel Rwanda). Una película dura pero… la vida tambien lo es, ¿no?
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