Cuando me enteré de que existía una adaptación de la novela Soy leyenda de Richard Matheson anterior a la realizada por Will Smith no dudé en tratar de encontrarla. El caso es que para basarse ambas en el mismo libro no podían ser más dispares en cuanto a concepto. En la de Smith los zombies carecen de personalidad, los vemos como monstruos al estar muy alejados de lo que entedemos que es una persona.

En la versión más antigua llamada The Omega Man, que protagoniza un Charlton Heston más bien maduro, éste se enfrenta a individuos que sufren una horrible enfermedad pero que son personas al fin y al cabo. Aparte de lo risibles que resultan, por el poco esfuerzo desplegado en la caracterización o las limitaciones de la época, se pueden describir como una patética secta contraria al avance tecnológico que pretender borrar todas sus huellas y, sobre todo, acabar con el personaje de Heston que simboliza todo lo que odian.

Esta vieja cinta depara momentos esperpénticos como escenas de acción en las que el doble del protagonista es fácilmente identificable, el intento de linchamiento de Heston en el que le hacen llevar un sombrero de cucurucho blanco ó el ya citado caracterizado de los zombies a base de polvos de talco. Aún así el guión parece algo más trabajado, tratando de sortear las limitaciones técnicas, dandóle algo más de chicha a la trama y tratando de darle algo más de significado a la historia con un final alegórico del Nuevo Testamento. De todas formas creo que es mejor tomársela un poco a broma para disfrutar más de sus noventa minutos.