Descubrí los relatos de Antón Chéjov en la universidad gracias una colección de libros clásicos que tenía mi madre. A mí siempre me han gustado más las novelas pero esa forma de contar mínimas historias me impactó tanto que eso hizo que me interesase por otros excelentes narradores de relatos cortos como Borges o Cortázar. Pero aquellos no tenían nada que ver, aunque sobresalientes no se asemejaban a la descarnada realidad que desplegaba el ruso.
En esta última biografía que he leído (tengo que dejar el género por un tiempo porque ya me empieza a rayar), escrita por Rosamund Bartlett podemos intuir las razones por las que Chéjov escribía de esa manera. Antón Chéjov nacido en Taganrog era un persona de una solidaridad extrema hacía los que le rodeaban empezando por su familia que oscilaba entre la clase baja y media hasta que por fin el escritor alcanzó popularidad. Chejov empezó a escribir en revistas cómicas para poder llevar dinero a su casa. Estudió medicina y la ejerció sobre todo para ayudar a sus vecinos pobres y de forma gratuita. Murió con apenas 45 años debido a la tuberculosis que le hizo sufrir durante muchos años. Políticamente nunca se casó con nadie, fue muy crítico con la política de los zares y llegó a viajar a la lejana isla de Sajalin en Siberia para realizar un estudio sobre los deportados que allí vivían.
Se trata de un libro muy interesante para conocer la figura de este gran escritor ruso, muy aprovechable puesto que es difícil fallar con las biografías de grandes hombres pero no le puedo dar una buena nota. Creo que a la hora de realizar una biografía lo más lógico es realizarla de un modo puramente cronológico, en este caso la autora aunque trata de respetar esto organiza la obra por los lugares en los que vivió Chéjov lo cual hace que en ocasiones resulte algo lioso puesto que nos cuesta ubicar ciertos eventos en la vida del escritor. Por otra parte la narración a veces resulta algo pobre y carente de brillantez y se detectan bastantes errores tontos en la traducción o edición.
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