No sé quien me dijo que en el primer cuarto de hora de Pozos de ambición no hablaba nadie como si eso fuese algo extraño. Que no haya diálogo no quiere decir que no pase nada y en esos quince minutos Paul Thomas Anderson caracteriza al personaje protagonizado por Daniel Day Lewis. PTA nos trae esta vez una historia épica que poco tiene que ver con Magnolia o Punch-Drunk Love pero quizás si con Boogie Nights.
Daniel Pleinview es hombre labrado así mismo y por la dureza de los albores del país de las oportunidades. Si bien al principio se nos pinta como un ejemplo positivo, según avanza la película empezamos a descubrir las oscuras dobleces de su carácter. El título original, There will be blood, nos dice más de lo que puede ser una historia que termina asemejándose a una parábola bíblica.
En el tercer acto la historia pierde algo de fuerza, a la vez que Daniel Day Lewis sobrepasa la delgada línea de la sobreactuación, pero no por ello deja de ser una de las mejores películas del año. Habría que hacer una mención positiva de los secundarios, sobre todo de Paul Dano que hace un tremendo papel, y de la fotografía que es fabulosa retratando la América de principios del siglo XX.
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